miércoles, 12 de septiembre de 2012

Un mensaje de texto para Hoski.

La poesía del día después.
El dolor anquilosado en la palabra fortuita.
El ómnibus eterno hasta el Complejo América,
con residuos vaporosos del aliento de los desconocidos...

Un riff se entretiene en mis oidos,
con su música de hombre post-punk, melódico,
indie-rock, alternativo. Otros.

El grito ahogado de la mañana siguiente,
cuando todas las cosas se vuelven nítidas.
Y la nostalgia por la bonanza de la noche,
la levedad confusa de las horas soñolientas de la madrugada.

La tranquilidad clandestina de lo oculto entre las sombras
y los dos minutos que me lleva envenenarme la sangre para siempre.

Envenenarte el estómago y no acordarme de nada, llenarte,
acabarte en la cara con todas las resacas de la historia,
joderte la vida en menos de media hora y huir despavorida.

Luego el día aparece con fragmentos de memoria y con vergüenzas,
con mi cara in fraganti de mujer mala, ojerosa y arrepentida sin remedio,
cigarrillos a medio fumar y un café puro y sin azúcar.

Como una caravana del infierno, aparecen las evidencias hora tras hora,
y de tu barba horrorizada ni noticias.
El cinismo adolorido de tus  posteos cibernéticos...

Te quiero, así también te quiero,
así, enfermo de rabia, con sonrisa esperpéntica y tos convulsa.

También te quiero en el odio perverso del desengaño. En tu odio.
Y me atrevo: Nunca te he querido tanto.

Maquiavélica-flaca-parca-terrible, triste, puta sollozante y tímida.
¿Ahora soy tímida?

Vos no me respondés los mensajes.

"El abrazo" Ricardo Carpani.

En diferido.

Volver a llamarte.
Caminar entre los abultados montones de gente.
Semáforos, bares, baldosas, faroles.

Volver a volver a tu voz,
como si no hubiera pasado ni un día.
Que los ecos telefónicos resuenen en los muros,
en los campanarios, en la puerta de la Ciudadela,
y en la cara de Dante, y el Cervantes de dos manos.

Que se queden mudas las gaviotas del puerto,
que se ericen las pieles de los parlamentarios.
Que todas las fuentes tiemblen sobre la tierra,
estremecida con la borratinta de tu voz.

Que todas las cosas se retuerzan,
los árboles con raíces-brazos-tristes.enterrados,
los candados abiertos,
semillas de plantas de arbustos de puertas
de casas de niños del sol.

Portones rotos con arañas tejidas a sus verjas,
hierro muerto con palabras colgadas tintineando en el aire,
sacudiéndose al ritmo del calor de tus labios tras el teléfono.

Mientras, mi pequeña mano sostiene el mundo con fuerza.

"Cellular phone" Karin Jurick.