martes, 23 de enero de 2018

Sueños II

Soñé que morías una muerte de morfina.
Soñé que decidías morir,
Una decisión a la que no sé por qué había yo accedido,
Querías que te acompañara en tu viaje,
que te dijera cosas hermosas mientras te me morías.
Te morías porque querías,
de aburrimiento, de sinsentido, de oquedad, de nihilismo, de apatía, de spleen.

En el último resquicio de tu respiración aletargada te pregunté si estabas seguro, y dijiste que no.

Tu cuerpo ya era un triangulito de carne,
un pedacito de vida que latía en la palma de mi mano.
Te envolví en papel de aluminio y te guardé en mi cartera.

Corrí calle arriba por caminos de tierra,
en mi desesperación desconsolada que
nadie se paraba a socorrer.
Era yo sola, tratando de salvarte de tu muerte autoinducida,
y a nadie parecía importarle la tristeza desaforada con que les enseñaba el insignificante trocito al que se resumía tu frágil existencia.

                 
Alla Bartoshchuk

lunes, 22 de enero de 2018

Sueños I

Un cachorro se caía del techo,
era mi favorito.

Mi abuela no era vieja, y siempre sabía qué decir.
Ella lo cura con sus manos rosadas, lo acuna, sus dedos son frazadas.

El cachorro se dormía y con mucho miedo intentaba escucharlo respirar, un aliento ensangrentado e inquieto.

La madre lo busca, otro cachorros quieren comer pero le muerden las tetas.
Yo la ordeño. Las pobres mamas turgentes y afiebradas rezuman un jugo amarillento que se va poniendo negro y me preocupa que ella se muera.

Tomo al cachorro en mis manos, mis dedos son torpes y él es un caballo pequeñito. Lo aplasto sin querer, rompo sus diminutas partecitas que amo. Yo quiero cuidarlo pero lo destruyo, se esparcen sus restos como plastilina y se reconstruyen y en mi amor desesperado los vuelvo a malograr.
Renuncio, lo dejo en el suelo, desolada,
con un minúsculo rescoldo de vida que veo disiparse lentamente.