martes, 23 de enero de 2018

Sueños II

Soñé que morías una muerte de morfina.
Soñé que decidías morir,
Una decisión a la que no sé por qué había yo accedido,
Querías que te acompañara en tu viaje,
que te dijera cosas hermosas mientras te me morías.
Te morías porque querías,
de aburrimiento, de sinsentido, de oquedad, de nihilismo, de apatía, de spleen.

En el último resquicio de tu respiración aletargada te pregunté si estabas seguro, y dijiste que no.

Tu cuerpo ya era un triangulito de carne,
un pedacito de vida que latía en la palma de mi mano.
Te envolví en papel de aluminio y te guardé en mi cartera.

Corrí calle arriba por caminos de tierra,
en mi desesperación desconsolada que
nadie se paraba a socorrer.
Era yo sola, tratando de salvarte de tu muerte autoinducida,
y a nadie parecía importarle la tristeza desaforada con que les enseñaba el insignificante trocito al que se resumía tu frágil existencia.

                 
Alla Bartoshchuk

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