sábado, 11 de agosto de 2018

Resaca

Una pierna se quedó fuera,
se congela y me da frío en el pensamiento,
nada puede hacer que me levante.
Todo mi cuerpo tiene sed y dolor de cabeza,
me corre un hilo de autodesprecio por la columna vertebral.

Afuera la gente hace ruido,
ignoran el pulso de muerte que palpita mi cama,
van por ahí, rutineando,
teniendo hijos, 
pagando el alquiler, 
cargando combustible.

La cabeza que duerme en la almohada de al lado 
me mira con sus ojos de desierto,
sus iris de ocre insomnio algo me reclaman.

Yo no tengo remedios para el tedio o la desesperación inmóvil del desahucio.

Hoy soy el despojo,
hoy soy la verdad más cruda que no quiero escuchar,
hoy no te puedo dar la mano para que no tengas miedo.

Soy la bruja sin magia que te devuelve una palabra muda,
de amor desafilado por las consecutivas tristezas,
de desolación a trasnoche generada.

Apenas puedo pedir perdón,
y sentirme avergonzada de estar viva.

"The giant hangover" Rory Kurtz



miércoles, 2 de mayo de 2018

El impensado.

Sos.
Me gusta tu mano en mi mejilla
debatiéndose con el tiempo,
el tiempo ridículo que reclama
sobre recuerdos que no tienen que ver contigo.

Y te convierten a vos, con tu mano tibia
 y tu palabra grave y ahumada
en más que un efecto de tu humanidad más franca.

Vos sos.
Yo soy y te recibo,
sin entender muy bien de qué estás hecho.

¿Es el placer amable de contemplarme?
¿Será?
¿O es simplemente tu genuina identidad?

Te asumo como la cualidad etérea
del perdón que me merezco,
un consuelo desconsolado
que se atreve a intentar quererme.

                                             "Still life with pipe and tobacco" William Michael Harnett

Don Nada.

Nada.
Quedaste en nada.

No sos amor.
No sos estrellas con nombres insólitos.
No sos ternura animal.
Nada.

Te quedaste congelado,
con cráneos y flores secas
entre las páginas de Cien años de soledad.

¿Cómo es posible ser nada?
¿Cómo hiciste?

Ya no se me antoja tu pelo
bajo el rubio atardecer
en los parques de Colón.
Ni el olor acre de tu piel tirante
en la mañana apática del domingo.

Tu sonrisa se coaguló
en la absurda fotografía
que nunca te pude sacar.
Tu carita insondable ¿de qué cuadro salió?
Mi amor fosilizado, un ser mitológico que no me amó.

Yo era un Apolo brioso y resplandeciente
en la ferviente quest de tu conquista,
y vos, Daphne lánguida que prefirió
convertirse en planta, antes que darme cariño.

Mi amor plantificado, plantado en el sillón,
con los ojos vidriados y estériles,
me dijiste que no me querías...

Yo desperté de un estado comatoso
y no entendía quién eras,
quién soy, quién fui.

Perro perdido que, bajo la nieve,
encuentra el camino a casa.

Y el destello mortecino
emanado por tu cabellera astral
se extinguió para siempre
tras el horizonte terrestre.

  "Fading away" Silja Vilch.

sábado, 14 de abril de 2018

Pain therapy


Just sit in there beeing miserable,
there´s nothing you can do,
there`s nothing you can posibly do.

there`s no reasons nor entertainments left,
it´s saturday ridiculously early
you are laying in a pile of remorse, guilt and shame.
But you did nothing wrong, didnt you?

That life he´s having,
it was supposed to be your´s,
He had the watercolors and you got a travel goddamn ticket to your old home.

It was a long way.

In the depths of the sorrow you buried all his nicest gestures
hoping that  if he`d become a monster you could finally hate him like he deserves.

There´s no painkillers you can get
you´ll have to live with it,
face this soul cancer
like a tiny tender herb against desertic sunlight.

No line you can write,
no color you can paint
no tv series you can watch
no man you can sleep with
is gonna take away that what you must feel.

Pain is your destiny.

                                              "Q train" Nigel Van Wieck (1990)

lunes, 5 de febrero de 2018

Sueños III

Rastros irregulares en la arena,
puntas de dedos gordos arañando la superficie impoluta, aplanada por el impertinente azote marino.

Él me habla de unos peces que resplandecen con la luz del sol,
aglomerados en la superficie
platean el oleaje como el lomo caprichoso de una bestia mitológica,
.

Poco a poco los ojos pierden la potencia,
no se divisan ya más que moribundos destellos de aquél voluminoso cardumen.

Pesadamente elevo la vista al cielo,
unas formidables nubes renegridas
avanzan rápidamente
y el mundo todo desaparece a su paso,
el mar, el cielo, la arena, los edificios, las gentes,
todos se convierten en humo negro, en vacío.
Un resumidero de oblivion que se abalanzaba sobre nosotros obligándonos a retroceder.

Caminando de espaldas, incapaces de retirarle la mirada al amasijo de oscuridad que nos persigue, aparecen en el rabillo del ojo, unos cazatormentas con cámaras, antenas y toda clase de artefactos metálicos y estrambóticos,
En su excitación temerosa, con señas nos llaman a sus lanchas, mientras el agua se aquieta y se retrae repentinamente.

Mi cuerpo se torna ingrávido por un momento, alrededor las cosas se suspenden en plena acción.

Como una aparición, se recorta en el horizonte una ola colosal,
como un muro inconcebible,
una montaña de horror líquido.

Ya la vida parece imposible,
Me paro derecha y miro de frente a la muerte,
a su cara acuática y turbulenta.

Jeffrey Smith 



martes, 23 de enero de 2018

Sueños II

Soñé que morías una muerte de morfina.
Soñé que decidías morir,
Una decisión a la que no sé por qué había yo accedido,
Querías que te acompañara en tu viaje,
que te dijera cosas hermosas mientras te me morías.
Te morías porque querías,
de aburrimiento, de sinsentido, de oquedad, de nihilismo, de apatía, de spleen.

En el último resquicio de tu respiración aletargada te pregunté si estabas seguro, y dijiste que no.

Tu cuerpo ya era un triangulito de carne,
un pedacito de vida que latía en la palma de mi mano.
Te envolví en papel de aluminio y te guardé en mi cartera.

Corrí calle arriba por caminos de tierra,
en mi desesperación desconsolada que
nadie se paraba a socorrer.
Era yo sola, tratando de salvarte de tu muerte autoinducida,
y a nadie parecía importarle la tristeza desaforada con que les enseñaba el insignificante trocito al que se resumía tu frágil existencia.

                 
Alla Bartoshchuk

lunes, 22 de enero de 2018

Sueños I

Un cachorro se caía del techo,
era mi favorito.

Mi abuela no era vieja, y siempre sabía qué decir.
Ella lo cura con sus manos rosadas, lo acuna, sus dedos son frazadas.

El cachorro se dormía y con mucho miedo intentaba escucharlo respirar, un aliento ensangrentado e inquieto.

La madre lo busca, otro cachorros quieren comer pero le muerden las tetas.
Yo la ordeño. Las pobres mamas turgentes y afiebradas rezuman un jugo amarillento que se va poniendo negro y me preocupa que ella se muera.

Tomo al cachorro en mis manos, mis dedos son torpes y él es un caballo pequeñito. Lo aplasto sin querer, rompo sus diminutas partecitas que amo. Yo quiero cuidarlo pero lo destruyo, se esparcen sus restos como plastilina y se reconstruyen y en mi amor desesperado los vuelvo a malograr.
Renuncio, lo dejo en el suelo, desolada,
con un minúsculo rescoldo de vida que veo disiparse lentamente.