miércoles, 2 de mayo de 2018

El impensado.

Sos.
Me gusta tu mano en mi mejilla
debatiéndose con el tiempo,
el tiempo ridículo que reclama
sobre recuerdos que no tienen que ver contigo.

Y te convierten a vos, con tu mano tibia
 y tu palabra grave y ahumada
en más que un efecto de tu humanidad más franca.

Vos sos.
Yo soy y te recibo,
sin entender muy bien de qué estás hecho.

¿Es el placer amable de contemplarme?
¿Será?
¿O es simplemente tu genuina identidad?

Te asumo como la cualidad etérea
del perdón que me merezco,
un consuelo desconsolado
que se atreve a intentar quererme.

                                             "Still life with pipe and tobacco" William Michael Harnett

Don Nada.

Nada.
Quedaste en nada.

No sos amor.
No sos estrellas con nombres insólitos.
No sos ternura animal.
Nada.

Te quedaste congelado,
con cráneos y flores secas
entre las páginas de Cien años de soledad.

¿Cómo es posible ser nada?
¿Cómo hiciste?

Ya no se me antoja tu pelo
bajo el rubio atardecer
en los parques de Colón.
Ni el olor acre de tu piel tirante
en la mañana apática del domingo.

Tu sonrisa se coaguló
en la absurda fotografía
que nunca te pude sacar.
Tu carita insondable ¿de qué cuadro salió?
Mi amor fosilizado, un ser mitológico que no me amó.

Yo era un Apolo brioso y resplandeciente
en la ferviente quest de tu conquista,
y vos, Daphne lánguida que prefirió
convertirse en planta, antes que darme cariño.

Mi amor plantificado, plantado en el sillón,
con los ojos vidriados y estériles,
me dijiste que no me querías...

Yo desperté de un estado comatoso
y no entendía quién eras,
quién soy, quién fui.

Perro perdido que, bajo la nieve,
encuentra el camino a casa.

Y el destello mortecino
emanado por tu cabellera astral
se extinguió para siempre
tras el horizonte terrestre.

  "Fading away" Silja Vilch.