lunes, 5 de febrero de 2018

Sueños III

Rastros irregulares en la arena,
puntas de dedos gordos arañando la superficie impoluta, aplanada por el impertinente azote marino.

Él me habla de unos peces que resplandecen con la luz del sol,
aglomerados en la superficie
platean el oleaje como el lomo caprichoso de una bestia mitológica,
.

Poco a poco los ojos pierden la potencia,
no se divisan ya más que moribundos destellos de aquél voluminoso cardumen.

Pesadamente elevo la vista al cielo,
unas formidables nubes renegridas
avanzan rápidamente
y el mundo todo desaparece a su paso,
el mar, el cielo, la arena, los edificios, las gentes,
todos se convierten en humo negro, en vacío.
Un resumidero de oblivion que se abalanzaba sobre nosotros obligándonos a retroceder.

Caminando de espaldas, incapaces de retirarle la mirada al amasijo de oscuridad que nos persigue, aparecen en el rabillo del ojo, unos cazatormentas con cámaras, antenas y toda clase de artefactos metálicos y estrambóticos,
En su excitación temerosa, con señas nos llaman a sus lanchas, mientras el agua se aquieta y se retrae repentinamente.

Mi cuerpo se torna ingrávido por un momento, alrededor las cosas se suspenden en plena acción.

Como una aparición, se recorta en el horizonte una ola colosal,
como un muro inconcebible,
una montaña de horror líquido.

Ya la vida parece imposible,
Me paro derecha y miro de frente a la muerte,
a su cara acuática y turbulenta.

Jeffrey Smith 



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